jueves, 10 de enero de 2013

Estamos ganando. Por Gonzalo Neidal

Cada vez le resulta más trabajoso al gobierno generar y organizar un escenario propicio para el fervor patriótico justificado, donde fluyan palabras como “soberanía”, “dignidad”, “patria”, tan a tono con el relato que se empecina en sostener.

Y a medida que el tiempo pasa, cuando se va poniendo cada vez más en evidencia que la ineficacia del discurso adolescente que predomina en el poder ejecutivo, las representaciones van resultando cada vez más groseras e insustanciales. Cada vez más uno tiene la sensación de presenciar representaciones escolares, con gente vestida para la ocasión.
Esta vez, ha sido tan importante para el gobierno este acto político con la llegada de la Fragata Libertad, que ha debido organizarlo minuciosamente ya que las circunstancias no ofrecían una vía libre a la espontaneidad. Así, se debió enviar en avión a los tripulantes necesarios para la travesía, que también en avión habían regresado a la Argentina junto con el resto de la nutrida tripulación. Luego, con la fragata anclada en las inmediaciones de Mar del Plata, el resto de los marinos originarios, abordó la nave para representar una llegada victoriosa en medio de discursos patrióticos y fuegos artificiales.
Y, entonces sí, con oratoria amenazante, canciones patrias y fervores desbocados, con todas las cámaras de TV filmando tan magno acontecimiento, le dimos la bienvenida a los marinos y a la fragata, después de un viaje asaz accidentado.
Cualquier observador distraído o ajeno a los avatares políticos nacionales podría pensar que tanto despliegue estaba destinado a abrazar a heroicos hombres de armas que regresaban tras librar una guerra esencial para los destinos de la Patria.
Pero no es así, claro. Se trata de un simple viaje de fin de curso.
Sucedió que, por la torpeza del ministerio de defensa y la cancillería, hicieron escala en un puerto indebido (Tema, Ghana) donde acreedores del país se presentaron a la justicia y ésta resolvió embargar la embarcación.
Luego vino la batalla, que fue puramente jurídica.
Se apeló al Tribunal del Derecho del Mar y este organismo resolvió a favor de la Argentina. La Corte Suprema de Ghana decidió acatar el fallo y liberó la fragata. Contamos además con la fortuna de que el gobierno ghanés, al parecer, acostumbra a obedecer los fallos de su corte suprema, algo que no ocurre siempre en la Argentina.

Patria sí, colonia no
Ignoramos si los organismos internacionales (como este Tribunal del Mar) son simples títeres de los países poderosos, como siempre sostiene el gobierno argentino. Ciertamente, es probable que las grandes naciones tengan una influencia importante en ellos. De tal modo que la liberación de la fragata seguramente contó con el auspicio, la buena voluntad y el respaldo de los “países imperiales”, casi siempre ubicados por el gobierno como permanentes conspiradores contra el interés nacional argentino. De tal modo, los malos de la película pasan a ser los llamados fondos buitres, que tienen en su poder, una parte ínfima de los fondos de los holdouts, aquellos acreedores que no aceptaron el canje de 2005.
Hay otra batalla legal que se libra en los tribunales de Nueva York. Ahí no habrá tribunal del mar sino una justicia que pretende hacer cumplir a la Argentina lo que tiene firmado. En ese escenario el gobierno se mueve con menos discursos patrióticos y una mayor cuota de realismo: ha decidido reabrir el canje de la deuda, tal como le aconsejaron desde un principio prominentes economistas de la oposición.
Como no podía ser de otro modo, la presidenta nos propinó otro de sus consabidos discursos llenos de unción patriótica, con sus habituales apelaciones a su marido muerto, a la soberanía y al pueblo. No faltaron los ataques a la prensa, ni a los empresarios, ni a los políticos de la oposición. El acto se cerró con cánticos y fuegos artificiales.
La importancia que otorga el gobierno a estas manifestaciones ratificatorias  de su discurso, es descomunal. Centenares de colectivos de todo el país fueron movilizados hacia la costa atlántica, todo el gabinete nacional estuvo presente al igual de la mayoría de los gobernadores. Todos detuvieron sus actividades para recibir a los marinos en su regreso de su viaje de aventuras.
Se trató de odisea más bien módica, convengamos. Sin Troya ni lestrigones. Sin cíclopes ni Polifemo.
Una batalla de papeles, escritos, apelaciones y diplomacia. Casi, una partida de TEG, con resultado previsible.
Curiosa valoración la que hacemos en la Argentina: ocultamos y nos avergonzamos de los combatientes de Malvinas y recibimos como a protagonistas de una batalla histórica a quienes simplemente regresan de un viaje de egresados.
A este paso, puede vislumbrarse que el principal enemigo del “relato” no será otra cosa que el grotesco.




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